Esparta by AA. VV

Esparta by AA. VV

autor:AA. VV. [AA. VV.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Arte, Historia, Referencia
editor: ePubLibre
publicado: 1984-12-31T16:00:00+00:00


La educación militar

Con frecuencia suele hablarse del militarismo espartano, y en ocasiones se le presenta bajo los tópicos tintes de una agresividad casi congénita, cuando realmente Esparta nunca llegó a superar los límites belicistas a los que pudo llegar cualquier otro estado griego, incluyendo Atenas, su tradicional rival. Ese militarismo, desde luego existió, pero nunca como una fácil disposición a resolver los problemas de coexistencia por la vía de las armas, ni tampoco como el elemento motriz de un imperialismo exacerbado (tipo asirio, por ejemplo). En uno u otro caso Esparta, cuyo ejército suele presentarse no sin razón como una de las más perfectas máquinas de guerra de la Antigüedad, supo entender hasta dónde llegaba la medida de sus propias capacidades.

Ya F. E. Adcock observó cómo el ejército espartano, perfectamente entrenado y aguerrido, era para el estado laconio un instrumento tan precioso, que una de las metas constantes de su diplomacia fue siempre evitar utilizarlo, resolviendo las querellas antes por vía pacífica. Y en cuanto a su expansionismo territorial, no cabe entender estrictamente como imperialismo la conquista de Mesenia, empresa vital para resolver la crítica situación interna de Esparta en aquel momento, ni por supuesto, la creación de la Liga del Peloponeso, sometida a influencia espartana, pero sin ningún menoscabo territorial o político pleno para sus integrantes.

Institución clave en Esparta fue, desde luego, el ejército, cuyo conocimiento resulta esencial para comprender múltiples aspectos de su sociedad y educación. Pero son razones internas de carácter policial las que explican el surgimiento y presencia de esa mentalidad militarista, que impregnó hasta la médula todos los resortes vitales del pueblo laconio.

Efectivamente, hay un instinto de supervivencia que subyace en esa especial psicología que hacía del espartano un individuo que entendía únicamente su vida dentro de un objetivo común: la defensa de la comunidad. Hay que tener en cuenta que los espartanos de pleno derecho, de quienes se nutría la milicia, eran realmente muy pocos. El mayor contingente militar reunido que conocemos lo constituyeron los cinco mil hoplitas que participaron en la batalla de Platea (479 a. C.) contra los persas. En esta ocasión, como en otras muchas, el estado tuvo que recurrir a los periecos (también lo hizo con los ilotas bajo promesa de libertad) para reforzar las filas de su menguado ejército.

Al disponer, pues, de pocos espartiatas, dos factores resultaban fundamentales para el estado lacedemonio: tener sus fuerzas militares bien entrenadas, para aprovecharlas a tope; y dosificarlas al máximo, conjurando por cualquier procedimiento los dos peligros que amenazaban de continuo su integridad: una sublevación de los ilotas, y los enemigos exteriores, que podía fomentar tal rebelión para debilitar sus ya limitadas fuerzas militares.

Por lo que respecta a la disposición de sus tropas, pocos estados de la Antigüedad tuvieron un ejército tan bien disciplinado y entrenado como el espartano. Muchas veces Esparta pudo imponerse en el campo de batalla sobre efectivos muy superiores, por la sencilla razón de que todos sus hombres combatían al unísono con una organización y preparación superiores ante un enemigo, aventajado en número, pero con un elemento humano mal aprovechado.



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